miércoles, 31 de agosto de 2011

EL PARTIDO DE LA MUERTE


Cuando uno piensa en las peores situaciones que tuvieron que sufrir distintos deportistas, tristemente se le vienen a la mente varios ejemplos: los once deportistas israelíes asesinados en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972, desastres en las tribunas, asesinatos y persecuciones a jugadores (como los casos de Andrés Escobar o Pierre Wome) o las tragedias aéreas sufridas por los futbolistas del Torino FC en 1949, el Manchester United en 1958, o también el Alianza Lima de Perú en 1987, entre tantas otras desgracias. Si bien estas últimas fueron accidentales, no quedan exentas de ser parte de la cara más oscura del deporte.

Con esta introducción, encontramos que uno de los relatos más escalofriantes que tiene nuestro tan amado fútbol cumplió ayer 69 años.

Corría el mes de Junio en 1942 y la Alemania del Führer conquistaba otro país en el este europeo. Así la Unión Soviética recibía otro duro revés: Ucrania quedaba bajo dominio Nazi. Junto con la conquista, devinieron distintas modificaciones en la vida cotidiana del país eslavo. El fútbol no fue la excepción, y por pedido de Hitler, la liga local fue cancelada. Muchos de los jugadores quedaron citados para defender el frente en batalla, algunos otros quedaron en la calle.

Mykola Trusevych, ex arquero del Dynamo de Kiev, vivía sus días como futbolista retirado en la indigencia. Iosif Kordik, un panadero de la zona y fanático del Dynamo, encontró al cancerbero en la calle y decidió llevarlo a trabajar a su panadería. Con el tiempo decidieron ir buscando al resto de los compañeros de Trusevych (incluso sumaron jugadores de su más acérrimo rival, el Lokomotiv de Kiev). Fue así como nacieron el FC Start y su trágica historia.

Pese a su mala alimentación y su pésima vestimenta el Start consiguió jugar contra varios de los equipos de distintos regimientos militares. El conjunto de la panadería aplastó a todos las guarniciones que se le pusieron enfrente, entre ellos equipos ucranianos, húngaros y alemanes. Tras las derrotas los militares alemanes decidieron que las grandes victorias de este equipo podían dinamitar la moral de sus tropas, o peor, incrementar la de los ucranianos por lo que decidieron jugar lo que sería el partido que definiría el destino de este valeroso representante de la URSS. El Flakelf, equipo de la fuerza aérea alemana, había sido uno de los derrotados por el Start, y para recuperar su imagen decidió organizar la revancha.

El día pactado fue el 9 de agosto de 1942, y el partido se jugó en el estadio del Zenit. El Flakelf reforzó su plantilla con jugadores descansados y bien alimentados, aunque su mejor contratación sería el árbitro. El juez designado por la administración alemana era un oficial de la Waffen-SS que tenía órdenes de inclinar al máximo la cancha para no permitir que los alemanes no sufrieran otro traspié. Y así fue.

Muchos dicen que los eslavos fueron amenazados antes del partido y que si ganaban sufrirían enormes consecuencias, y por si no le bastaba a esos once hambrientos y cansados ucranianos con tener a todo un imperio en contra, decidieron sumar una problemática más: antes de empezar el juego se negaron a realizar el saludo nazi. La posesión era manejada por el Start, aunque no podía progresar demasiado debido a la numerosa y agresiva cantidad de infracciones. Los golpes propinados por los germanos eran inconcebibles para cualquier partido de fútbol. A pesar de la “vista ciega” del parcial árbitro, los ucranianos llegaron al entretiempo 2-1 arriba. Tras una segunda amenaza, el Start encaró el segundo tiempo con mayor determinación aún y vapuleó a la fuerza aérea invasora por 5 a 3. Era tanta la desventaja que el árbitro decidió terminar el partido antes de los 90 minutos.

Enseguida de su victoria más importante, el FC Start fue obligado a jugar (y ganar) una semana más tarde. Esta vez contra un equipo ucraniano. Enfrentarían el partido sin saber que sería la última vez que compartirían un campo de juego juntos. Tras la pisoteante humillación las fuerzas alemanas decidieron actuar. Luego de ese partido final (contra el Rukh) todos los jugadores fueron arrestados por (supuestamente) pertenecer al órgano represor de Stalin, la NKVD. A partir de ese momento, todo fue sufrimiento para ellos. Uno de los jugadores, Mykola Korotkykh, murió bajo tortura. Ivan Kuzmenko, Oleksey Klimenko, y el portero Mykola Trusevich fueron asesinados en los campos de concentración. El resto (Fedir Tyutchev, Mikhail Sviridovskiy y Makar Goncharenko) fueron los encargados de divulgar esta terrible historia.


Una terrible historia que tuvo sus repercusiones tiempo después. Libros, películas y extensas notas se han escrito sobre estos heroicos jugadores que pusieron el orgullo de su nación por encima de sus vidas. Una terrible historia que fue escrita con goles y asesinatos, con amor propio y engaños, con fútbol y muerte.


Una terrible historia, que los convirtió en leyenda.Una terrible historia, que los convirtió en leyenda.



Pippin**

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